lunes, 1 de agosto de 2011

Salsa de tomate frito

La semana pasada me comprometí a hacer esta salsa y, como lo prometido es deuda...

Antes de nada quería agradecerle a mi padre los consejos para dicha receta. Él es cocinero desde hace muchos, muchos años, así que, cuando tengo alguna duda le pregunto a él. Un ejemplo de conversación:

-Meler: voy a hacer tomate frito.
-Respuesta: ¿Cómo lo haces?
-Meler: frío el tomate con un poco de aceite en una sartén. Le pongo un poco de azúcar para corregir la acidez, un poco de sal y una hoja de laurel. Cuando la piel se separa la retiro y si veo que lo necesita le echo un poco de vino blanco.

Meler a estas alturas está orgullos@ de contarle a su padre las peripecias que hace en la cocina. Pero entonces, sin despeinarse en absoluto y con gran sencillez su padre le responde...

-Bien, te voy a decir cómo hago yo la salsa de tomate frito: escalfas los tomates y cuando la piel se abra los retiras y les quitas la piel (menos engorroso que de la otra manera). Los pones en una tabla y los cortas a trocitos. A parte pones una sartén con un poco de aceite, una hoja de laurel y dos ajos (con piel y todo). Cuando el ajo esté dorado sujetas con una mano la tapa de la sartén para que no te salpique mientras que, con la otra mano, echas el tomate. Entonces le añades una pizca de sal, una cucharada de azúcar y un poco de pimienta.

Y ahí se acaba la historia, sabes que te ha derrotado, simple y llanamente. No hay forma de rebatir el argumento y os aconsejo que no lo hagáis porque pueden pasar cosas como esta:

-Meler: Pero si frío el tomate la piel también se separa sin problemas.
-Respuesta: sí, pero es más práctico quitarla antes de freír.

Ahí te das cuenta de que, el que sabe, sabe. Por eso esta receta va dedicada a él, que siempre está ahí cuando necesitas un buen consejo.

Si tenéis prisa con la primera ganaréis tiempo, pero si podéis dedicarle un poco más al preparado de la salsa os recomiendo la segunda.


¡Buen provecho!

2 comentarios:

  1. Soy testigo de este tipo de escenas. Recuerdo una vez en que Meler estaba pidiéndole a su padre que hiciera tortilla de sobrassada. Yo estaba rondando pero a punto de volver a mi casa, pero me quedé el tiempo suficiente de ver cómo hacía la tortilla. Batió el huevo con la misma espátula con que retiró la tortilla hecha, usó un platito y una sartén. Sin más historia. Y aquello tenía aspecto de haber sido sacado del mismo paraíso.

    Es que es verdad: el que sabe, sabe.

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  2. Tendrías que ver las esculturas de azúcar que está haciendo... Me suliveya... ;)

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