miércoles, 23 de marzo de 2011

Un día muy especial

Este es un capítulo que estaba reservado para el día del padre, peroooo... No tengo precisamente una buena memoria, así que no he tenido más remedio que ponerlo hoy. ¡En fin!

Mi padre lleva entre los fogones desde los 12 años. Era una época donde los niños no eran niños y muchos tenían que mantener a sus familias trabajando a una edad muy temprana.

Cuando recuerda aquellos tiempos nunca se olvida mencionar el dolor de piernas y pies que tenía a cada momento y la poca comida que recibían. Pero era una época en la que había muchos y buenos cocineros. Me acuerdo cuando lo iba a visitar de pequeñita... ¡Qué colores! Tartas de colores suaves que gritaban a cada hora que los comiéramos.

Una profesión es como un matrimonio: sabes hasta qué punto aprecias tu trabajo como para arriesgarlo todo a pesar de que a veces éste no es lo suficientemente agradecido (¡lo bueno del trabajo es que no remuga!).

Por ello le he visto evolucionar, aprender y mejorarse cada día hasta lograr hacer verdaderas maravillas.


Queso con foie



Anillos de queso con subida de gamba roja










Armonía de arroz, hortalizas y frutas


Lazos de gambas y patatas en un cesto de azúcar

Pero no se queda en esto y hace mucho más. Hace unos años se aficionó al azúcar y empezó a modelarlo. Aquí tenéis uno de los vídeos que grabé, donde realiza un cisne de azúcar.


Como podéis ver su trabajo le encanta y esa es una de las cosas que he aprendido: hagas lo que hagas hacerlo lo mejor posible y aprender de ello.

Felicidades, papá... Gracias por ser como eres (felicidades, mamá... por hacerlo posible)



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