miércoles, 9 de marzo de 2011

Sopas mallorquinas con canela

¿Habéis visto Ratatouille? ¿Os acordáis cuando el crítico culinario probaba el plato de ratatouille y recordaba su infancia? Bien, pues hay platos que consiguen ese efecto, trasladarnos, casi mágicamente, a un momento o a un lugar. Eso mismo me pasa con el plato de hoy.

Cabe destacar que hay múltiples formas de hacer las sopas mallorquinas, así que lo que voy a escribir es tan sólo una forma de hacerla. Podríamos decir que hay tantas formas de cocinar las sopas como mallorquines.

Hay que distinguir dos tipos de sopas mallorquinas: las de verduras y las de matanza. Creo que queda claro cual es cual. Nosotros hoy vamos a cocinar las sopas de verduras, pero con un pequeño toque de canela.

La receta me la enseñó un matrimonio mayor al que cuidaba. Antes de añadir las sopas le pusieron un poco de canela, cosa que me sorprendió mucho favorablemente.

En fin, vamos con los ingredientes para dos personas:

-100gr de espinacas.
-100gr de coliflor.
-1/2L de agua.
-1 tomate.
-1/2 cebolla.
-1/2 pimiento rojo pequeño.
-Ajo.
-Pimentón dulce.
-Pimienta.
-Canela.
-Perejil.
-Sal.


Otra cosa fundamental es el pan. Se utiliza pan moreno pero en láminas muy finas. Encontrarlo fuera de las islas puede ser algo complicado pero no imposible. También se puede intentar hacer con algún otro pan, aunque evidentemente el sabor no será el mismo.


Fijaos en lo fino que es si lo comparamos con un dedo.



Para empezar lavamos y cortamos todos los alimentos. La cebolla, el pimiento rojo y el tomate lo cortaremos a cuadros pequeños mientras que las espinacas y la col (repollo) las cortaremos en tiras finas.

Lo ideal es cocinarlo en una cazuela de barro pero si tenéis vitro evidentemente lo tendréis más difícil. Así que ponemos una olla o una cazuela en el fuego (más o menos a 7 de 9 en vitro) con tres cucharadas de aceite y cuando esté un poco caliente ponemos el ajo chafado. Así que esté dorado añadimos la cebolla y vamos removiendo a fin de que no se queme.

Cuando la cebolla esté un poco dorada ponemos el pimiento rojo bien troceado y seguimos moviéndolo de tanto en tanto. Cuando el pimiento rojo comience a pocharse añadimos el tomate en trocitos y lo mezclamos todo. Le bajamos un poco el fuego si creemos necesario. Si en el proceso veis que necesitáis añadir un poco más de aceite se lo ponéis. Echamos un poco de sal y perejil.

Pasados unos diez minutos ponemos las espinacas, sin tallo y troceadas. Lo removemos todo a fin de que se rehogue todo bien y esperamos a que la espinaca absorba el aceite. En ese momento ponemos la col troceada y la mezclamos bien con todo a fin de que coja sabor. Luego añadimos un poco de pimentón dulce, pimienta y un poco más de sal.

Así que la col ya se haya rehogado bien añadimos el agua, bajamos un poco más el fuego y tapamos. Vamos a esperar más o menos un cuarto de hora.


Mientras se acaba de cocinar ponemos en un plato hondo las rebanadas de pan y espolvoreamos la canela. Nosotros hemos puesto cuatro rebanadas por plato y la canela va un poco al gusto, aunque mi consejo para estas cantidades es un poco más de media cuchara de café. Lo importante es que le de un toque, no que nos mate el sabor de la sopa.



Hay quien pone el pan en la misma fuente de la sopa. Yo lo hago así porque siempre cocino de más y el pan, aunque es bastante resistente, de un día a otro puede quedar demasiado blando y hay a quien no le gusta esa textura. Fijaos que el pan ha absorbido todo el caldo. Creo que la sopa ideal es la que al acabarla no queda ni verdura ni caldo, sin tener que poner mucho pan para conseguir ese resultado; es decir, todo en su justa medida.

Bon profit!

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