Dividimos la masa en bolas del tamaño de la mano. No las vamos a hacer muy finas porque se pueden romper. El relleno es el mismo que el de la empanada gallega. Podéis encontrarla en la receta del sábado pasado.
Esas bolas las aplastaremos haciendo un círculo. Como he dicho anteriormente no vamos a hacerlas muy finas. Luego añadimos el relleno y cerramos con el propio dedo. Esto es lo bueno de la masa casera. A parte de que no tiene ningún tipo de antioxidante, por ejemplo, es una masa lo suficientemente fresca como para sellarse sin problema, cosa que a veces no es tan fácil con masas preparadas.
El aceite para freír deberá estar a 150º. Si no ponéis el fuego lo suficientemente fuerte las empanadillas se empaparán de aceite y para mi gusto, se volverán incomestibles.
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