¿Os acordáis de la masa para empanada gallega que hicimos la semana pasada? Bien hoy la hemos descongelado. Como os dije deberéis ponerle un poco de harina a fin de absorber el agua que pueda desprender.
Dividimos la masa en bolas del tamaño de la mano. No las vamos a hacer muy finas porque se pueden romper. El relleno es el mismo que el de la empanada gallega. Podéis encontrarla en la receta del sábado pasado.
Esas bolas las aplastaremos haciendo un círculo. Como he dicho anteriormente no vamos a hacerlas muy finas. Luego añadimos el relleno y cerramos con el propio dedo. Esto es lo bueno de la masa casera. A parte de que no tiene ningún tipo de antioxidante, por ejemplo, es una masa lo suficientemente fresca como para sellarse sin problema, cosa que a veces no es tan fácil con masas preparadas.
El aceite para freír deberá estar a 150º. Si no ponéis el fuego lo suficientemente fuerte las empanadillas se empaparán de aceite y para mi gusto, se volverán incomestibles.
La palabra es... deliciosa... Porque es el sabor que realmente tienen. Fijaos en cómo quedan por dentro. Quedan muy, muy esponjosas y la masa queda crujiente por fuera. Es un plato diez.
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